“Estás en La Meca, hermano”, nos dice Javier Ibarra, aka Kase.O, que nos recibe en la tienda Común 20 de su Zaragoza natal. Allí se ha grabado “El Círculo”, un trabajo que es historia del rap en español desde que salió. Pocos amantes del género discuten que sea el rey del hip hop en nuestro idioma y su grupo, Violadores del Verso, la gran referencia. Y sin embargo Javier es humilde, cercano, agradecido y está muy conectado con su parte espiritual. “El Círculo”, con el que termina de girar ahora, ha mostrado las contradicciones del ser humano y sus grandes miedos e inseguridades con una honestidad desgarradora. Por eso, y por saber que su composición le llevó a la depresión, quizá haya provocado un impacto tan brutal.
Pregunta: Estás terminando, a falta de las fechas de Madrid y Barcelona, la segunda parte de la gira de “El Círculo” ¿Qué tiene una gira “de salida” que no tenga una de entrada? ¿Será muy diferente tu concierto del día 21 en el Wizink con respecto al del año pasado?
Respuesta: Cambia mucho, sobre todo por las tablas. La dinámica del bolo ya lo llevamos muy rodada después de dos años. En el primer concierto que hice en Pamplona estaba súper nervioso, pendiente de las letras. Ahora es una gran fiesta de despedida. Me da pena acabar la gira porque la verdad es que estos años se me han pasado muy rápido.
En cuanto a las canciones, serán las mismas, por no haber sacado otro disco. Sí hay novedades, porque recupero algunos temas viejos de Violadores, con un pequeño homenaje.
Ya han pasado dos años desde la publicación de este último trabajo ¿Qué tal observa Javier Ibarra su creación con el paso del tiempo?
Veo que se ha hecho muy grande. Cuando lo saqué no tenía muchas expectativas porque no me gusta ponérmelas, para bien o para mal. Cuando saco un disco no puedo decir: “Bua, vaya discazo me he marcado”. No tengo tanta seguridad en mí mismo. A día de hoy siguen llegando mensajes de gente que lo descubre. Es así cuando no suenas en radios comerciales: a tu trabajo le cuesta más llegar. Pero estoy muy feliz; el disco me ha dado muchas alegrías y lo escucho sin buscar fallos. Cuando oigo mi música suelo decir “Ahh” pero en este me esforcé mucho y casi todas las canciones me flipan.
Creo que también este disco le ha traído mucha alegría a la gente, porque le ha parecido un disco muy humano, que cuenta secretos e intimidades que nadie se atreve a contar. El público en general se ha sentido identificado o acompañado, diciendo: “a este que es famoso le pasan las mismas cosas que a mí y las ha plasmado en un disco”. La gente se siente agradecida y yo bendecido.
“El Círculo” me parece algo más que un disco; es más bien una obra de arte completa. Es una opinión pero creo que es algo poco discutible. Quería hacerte varias preguntas al respecto para ir desgranándolo. En primer lugar quería preguntarte por la portada, donde nada es al azar ¿Nos puedes contar qué simboliza cada elemento?
Cuando me vino el título, tenía claro que la portada iba a ser un círculo. Y luego pensé: “¿Qué meto? ¿Con qué lo relleno?” A mí me gustan las portadas de los años 70 y 80, de los discos de rock psicodélico y progresivo. Quería que fuese muy colorido, llamase la atención y lo quisieras tener en casa, ahora que los CD’s no se reproducen mucho. Yo mismo me hice el croquis, conmigo en un camino, el camino hacia el paraíso. Quería que hubiese muchas plantas, porque estoy muy conectado con el reino vegetal.
Y después pregunté a mis seres queridos qué elementos querían ser. Mi padre quiso ser el faro y mi madre el lucero, la estrella que hay al lado. Ellos son los que están más arriba, de hecho. El templo con las cuatro columnas y el fuego eterno son los cuatro pilares de Violadores del Verso. Mis hermanos quisieron ser el león y la palmera. También hay un rosario un poco escondido, que no sé si lo ha visto toda la gente, por mi abuela, que se llamaba así. Mi novia Muna quiso ser la pantera, en la sombra, protegiéndome. Y también hay dos pájaros: la Soledad y la Guacharaca. Cuando estaba en Colombia escribiendo me visitaban. La Guacharaca, que es salvaje, se volvió doméstica y vivía con nosotros. Quería que aparecieran.
Además del jabalí, que simboliza un poco tu libertad
Sí, eso es. Es mi espíritu de jabalí, un animal muy familiar pero que si le molestas… se vuelve muy loco y ataca (sonríe).
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Kase.O: “Iría al vestuario del Zaragoza a leerles un libro de autoayuda”