Los Hispanos juegan, tras el descanso, los mejores minutos del Mundial y machacan a Macedonia (32-21). España creció desde la defensa, sobre todo gracias a Gonzalo Pérez de Vargas. Este jueves los de Ribera y Croacia dirimirán el liderato del grupo B.
No siempre se ve igual de cristalino los vasos comunicantes que son los equipos en cualquier choque, ese punto de inflexión donde todo cambia. Pero en esta ocasión España y Macedonia lo pusieron muy fácil. El paso por vestuarios trajo la transformación absoluta del partido, que pasó de estar muy igualado en el minuto 30 (13-12 para los campeones de Europa) a totalmente decidido en el 36 (20-13).
Los Hispanos saltaron a la pista vestidos otra vez de negro, la camiseta que llevaron en su mejor día hasta hoy. Sería un buen presagio. Enfrente había una selección conocida en lo relativo a sus principales virtudes: planteamiento arriesgado (siempre atacan en superioridad porque retiran portero) y su Aaron Palmarsson es el familiar Kiril Lazarov –ex Ciudad Real, Atlético de Madrid y Barcelona-.
Otro ex culé, Ristovski, era el esperable guardameta que intentase detener las acometidas de los Hispanos. Sin embargo su entrenador, el español Raúl González, apostó por Mitrevski, quizás como una forma de dar aire al veterano portero antes del definitivo partido ante Islandia. Lo que parecía ser una ventaja para la Selección, fue justo lo contrario. El cancerbero del Benfica empezó abortando los intentos de los hombres dirigidos por Jordi Ribera, que tiraban fuerte y a trallón, pero al bulto. El menudo portero se hizo grande, cuajando un espectacular 7/9 en los primeros diez minutos. La consecuencia de eso era que España iba a remolque (3-5).
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Foto: Cordon Press