Un año más, y ya van 71 consecutivos, el pasado 1 de septiembre la Hermandad del Santísimo Cristo del Milagro organizó su tradicional Tómbola benéfica. Pocos eventos hay más populares que la Tómbola que, como San Sebastián, llena de villaodonenses la plaza de la Constitución. Se trata de la primera gran quedada tras el descanso estival, el inicio del final del verano y el calentamiento antes de las Fiestas. Nos adentramos en la historia y evolución de esta celebración que gira en torno a una palabra –papeletas-; y un sentimiento – ilusión-. Porque, como cantaba Marisol, “la vida es una Tómbola”.
Hablar de la esencia de Villaviciosa de Odón es, en parte -y de manera determinante-, hablar de las Hermandades. Al igual que si en el recorrido histórico de la localidad hay que parar obligatoriamente en Calatalifa, la ciudad árabe que fuimos; en el Castillo, donde vivió y murió el rey Fernando VI o en lo cerca que estuvo el frente de la Guerra Civil de nuestro núcleo urbano, ha de apuntarse que un grueso del folclore y de las tradiciones que perviven a día de hoy se escriben y articulan a través de las Hermandades. Ellas van más allá del ámbito religioso y actúan como uno de los mayores elementos de cohesión social, esos que pelean por que Villaviciosa sea un pueblo con vida, donde habitar, y no una ciudad donde solo dormitar.
En relación a la del Santísimo Cristo del Milagro -o del Cristo solamente, como se la conoce de una forma más coloquial-, ésta hunde sus orígenes, según sus Estatutos, en el siglo XVI, si bien sus primeras referencias escritas datan de mediados del XVIII. Lo que sucedió durante aquellos años se trasladó de generación en generación, mayoritariamente, de manera oral.
De lo que queda en papel no son datos registrados por la propia Hermandad, sino crónicas de la época, archivos propios del Ayuntamiento o, ya a principios del siglo XX, en cuentos como “Historia de un árbol”, escrito por el villaodonense Gonzalo López Polín. Es casi al final de la Guerra Civil cuando la asociación religiosa empieza a tener sus propios archivos con los primeros libros de actas y cuentas y, así,aparecen las grandes certezas. Habrá que esperar un poco, aunque no mucho, para ver (re) nacer la Tómbola.
Para pagar las Fiestas
El 15 de agosto de 1938, en plena contienda nacional, hubo una reunión en la casa de Ramón García Noblejas -la costumbre de entonces era juntarse en la vivienda del presidente-en la que estuvieron presentes algunos vecinos y el párroco. Los asistentes refundaron la Hermandad, decidiendo que fuese mixta y encargando una talla similar a la anterior, extraviada durante la guerra. En esa misma fecha, dos años después, la imagen, que sufragaron los ciudadanos pero con una aportación fundamental de Eduardo Merello, se le entregó al pueblo de Villaviciosa de Odón por parte del afamado imaginero Quintín de Torres.
Los apellidos García Noblejas y Merello formaban parte de la llamada “colonia”, es decir, familias acaudaladas no nacidas en Villaviciosa pero que tenían aquí una segunda residencia, usada los fines de semana y, sobre todo, los veranos. Su importancia en términos de asociación y económicos, como demuestran los ejemplos anteriores, fue decisiva a la hora de impulsar las Hermandades y, con ellas, la Tómbola.
En una España recién salida de la guerra, y en un pueblo eminentemente agrario, donde muchos también trabajaban para los “colonos”, los fieles al Santísimo Cristo del Milagro, esta entidad que estaba volviéndose a levantar, no tenían dinero para financiarlas actividades que querían poner en marcha. Así, se estableció la organización de una Tómbola benéfica “para sufragar los gastos de la fiesta”, dicen sus Estatutos.
Será en 1939 “en los preliminares de las fiestas”, según el libro de cuentas de la Hermandad, cuando comience el movimiento. Lo primero a destacarse es que, durante ocho años, lo que se realizó fue una “rifa” así se denomina en toda la documentación oficial consultada- y que, al menos en un principio, las papeletas eran vendidas a los comerciantes del pueblo. En aquel primer septiembre posguerracivilista, con Hitler invadiendo Europa, se recaudaron 250 pesetas y entre los regalos destacaría un salchichón, que fue adquirido por 25 pesetas.
A pesar de llamarse rifa y no tómbola, y no ser exactamente la fiesta que se celebra en la actualidad, ya hay elementos que van sonando al oído del villaodonense. Solo un año más tarde, en 1940, se compró el primer jamón, el cual costó 112 pesetas y se fue incrementando, paulatinamente, las papeletas, su coste y los premios a entregar. Sirva como el ejemplo el año 46, el último pre “nueva era”: había 8.000 papeletas, a veinticinco céntimos cada una y había un total de 45 premios. Se establece entonces la vigencia de un mes para la entrega de los premios, la misma de nuestros días en referencia a las opciones ganadoras.
Reportaje publicado en el número de septiembre de 2018 de la revista ACUA. Esta es la primera parte y aquí puedes consultar la segunda.
¿Qué es la Tómbola?
La plaza de la Constitución -aunque originariamente tenía lugar en la calle Carretas– es el lugar donde los miembros de la Junta y el grupo de colaboradores altruistas (vecinos y miembros de otras Hermandades) venden esas papeletas donde se juega al cara o cruz; al premio o a la opción. Y es que por un euro, que da derecho a tres papeletas, los participantes pueden conseguir jamones, aceite, embutido, vinos, pequeños electrodomésticos o juguetes.
Aquellos que no consigan alguno de esos premios directos, a través de las 104.000 papeletas que se ponen a la venta, tendrán una segunda oportunidad mediante las opciones que se sortearán una vez concluida la tómbola. Entre esos regalos se incluyen una motocicleta, una bicicleta eléctrica, dos viajes, una televisión, un móvil o un colgante de oro con la imagen del Cristo del Milagro.
La tradición marca que la fecha referencia sea el primer domingo de septiembre, dos fines de semana antes del comienzo de las Fiestas. La Tómbola se trasladó a los sábados por cuestiones de logística (si no se vendían todas las papeletas un domingo, había que desmontar y montar al domingo siguiente). De esta forma, puede darse el caso de que la Tómbola se celebre un 31 de agosto, como sucedió en 2013.