ACUA se adentra en una de las zonas con más identidad de nuestra localidad para intentar explicar qué tiene de especial. Recorremos sus calles, hablamos con sus gentes, aprendemos sus orígenes y tratamos de fijar hasta los límites geográficos. Sus vecinos presumen de raíces y activan un barrio echado a la calle, lo contrario que otras partes de Villaviciosa. Moratalla no es una manzana dormitorio; son unos rincones que bullen para descubrirlos y vivirlos.
“El otro lado”. La actual avenida Príncipe de Asturias sirve como línea imaginaria para delimitar lo que muchas veces se consideran dos realidades en Villaviciosa: el centro, que brota en torno a la calle Carretas y la plaza de la Constitución, y “lo demás”. Dentro de esa otra parte, de esas otras partes, una de las que brilla con luz propia y reclama su atención es Moratalla, la zona sin duda más autodenominada como barrio por parte de sus propios vecinos. “Es un barrio orgulloso de ser de Villaviciosa pero que tiene su propia identidad”, dice la concejala Maribel Martínez, que vive en la calle Gredos, lo que se podría considerar “la periferia”.
Historia
Porque el barrio como tal es más grande o más pequeño según la consulta. El parque de El Cerrillo, el Antonio Machado y el Odonbuild podrían marcar unas supuestas fronteras junto a la explanada de Sacedón y la avenida Príncipe de Asturias, habiendo calles como Fuentecilla o Guadarrama con dudas sobre su anexión. Lo cierto es que empezó a edificarse alrededor de tres nombres: Ramiro Calle, en el año 66, construiría chalets unifamiliares cerca de El Cerrillo; Manuel García Roma, siete años más tarde, elaboraría un anteproyecto de construcción de 256 viviendas y 35 locales comerciales en el camino de Sacedón y en la calle Cueva de la Mora; y, por supuesto, Antonio de Moratalla y Garrido.
En abril del 69, construyó doce viviendas en la Colonia de Sacedón, lo que se considera el germen del barrio. Posteriormente, por orden del Consistorio, se encargaría de dotar de alumbrado y pavimentación las aceras y cedería los terrenos, ya en el año 80, para que el Ayuntamiento levantase un colegio en lo que actualmente es un aulario del IES Calatalifa. En los años 85 y 86 comenzaron los proyectos de construcción del Odonbuild y del Centro de Salud, que se inaugurarían entre finales de la década y principios de la siguiente, para dotar al barrio de casi todo lo que necesitaba.
Dando una vuelta por Moratalla
“Los vecinos de Moratalla son muy de consumir en los comercios del barrio. La clientela es fija, habitual y muy fiel”, cree Antonio Jiménez, dueño del estanco Gloria, en el que trabaja desde hace más de 25 años. “Dentro de los tiempos en los que estamos, los locales exteriores de Odonbuild y camino de Sacedón funcionan bien. Harakiri, Pura Vida o el Rincón de Granada le están dando vida y otra identidad”, continúa.
Jiménez, nombrado recientemente presidente de la Hermandad de San Sebastián, usa la palabra “familia”, que también utiliza Noelia Álvarez, vecina de Moratalla y una de las personas que más “patria” hacen de él en redes sociales. “Yo lo considero así. En verano el barrio se echa a la calle y hacemos uso de todo. Al parque se bajan las cuatro vecinas de siempre y si una trae un bocata, la otra el café con leche. Estamos deseando acabar de cenar para irnos al parque. Esa unidad hace que yo pueda dejar tranquila a mis hijos con una vecina. Eso no lo hay en otras zonas de Villaviciosa” señala.
Tanto Martínez como Lucia Cortés y Tania Parras, amigas de la misma pandilla, refrendan esa idea. “Nos hemos visto crecer y no tienes miedo al barrio. Tu vecino de enfrente es el de toda la vida”, dice la primera. Cortés se recuerda de niña en la plazoleta de la calle Rafael Alberti y en El Cerrillo: “Cuando salía del colegio, dejaba la mochila y merendaba en la calle. Pasábamos el día allí”. Parras también se recuerda en el parque, en el que “de pequeñas hemos jugado, luego comido pipas y después tomado cerveza mientras nos contábamos el día a día. Han pasado los años y el Cerrillo siempre ha estado ahí para lo que necesitáramos”.
Desde pequeñ@s
Las cuatro mujeres tienen una misma imagen en su cabeza de la juventud: sus madres, desde las terrazas, gritándolas para que subieran a cenar. Ellas estaban en el parque, en la plaza o jugando al escondite donde ahora se levantan unas plazas de aparcamiento. Noelia compara la escena con la película de Manolito Gafotas y Maribel se acuerda de Los lunes al sol para hablar de los desayunos en la churrería “La Parada”, que todas mencionan como uno de sus sitios favoritos de Moratalla.
El paseo continúa y salen a colación nombres como la droguería de Juan, la panadería de Isabel y el Condis, o personajes del barrio que le confieren su carácter y autenticidad. También aquello de que hay que salir con tiempo de casa, porque por el camino te vas a encontrar a gente conocida con la que detenerte. Volvemos a preguntar por las dos orillas de Villaviciosa: “me fastidian las distinciones entre Moratalla y el pueblo”, apunta Noelia, que también reconoce cierta falta de infraestructuras.
El legado
“Es más barrio y se puede ver más humilde. Es como “los del otro lado” nos han hecho parecer. Nos conocemos todos y nos ayudamos todos” contesta Jiménez. Para Maribel, “a veces hemos sentido como que no existiéramos, como Teruel. Hay vida más allá de la calle Carretas y hay una vida tan rica…Un amigo de fuera vino al centro y luego a Cueva de la Mora y me preguntó si eran dos pueblos. Percibió algo diferente”.
La edil y Tania rematan ese sentimiento: “Cuando no te sentías bien en el pueblo, volvías al barrio y te recogía”, dice una, mientras que la otra reconoce que “nos cuesta más bajar a la calle Carretas que salir del barrio”. La joven, que en estos momentos no vive en Villaviciosa, concluye: “Moratalla siempre. Aunque te vayas. Es donde te has criado”. Es sentimiento de pertenencia. Es esencia de barrio. Es orgullo por unas raíces. Es el legado de Moratalla.
Este reportaje ha sido publicado en el número 44 de la revista ACUA de Villaviciosa de Odón. Fotos: Juanjo JAQ