Sobra decir que la prensa en papel no corre sus mejores tiempos y, con ella, los negocios montados a su alrededor. El reciente fallecimiento de la querida Marisa García, que regentaba el quiosco de la plaza del Parador, hace que Villaviciosa se quede con solo dos puestos de periódicos, uno en el casco urbano y otro en El Bosque. El futuro no parece muy halagüeño para una profesión muy sacrificada y obligada a diversificarse para poder sobrevivir. Esta es la historia de los quioscos de nuestra localidad y el testimonio de los que siguen abiertos.
Hubo un tiempo, no muy lejano, que Villaviciosa tenía cinco quioscos. Los cuatro que se situaban en el casco tenían nombre de mujer. En la confluencia de la avenida Gutiérrez Mellado con la cuesta de Abrevadero estaba a principios de siglo Encarna, junto a su hijo; Pili divisaba Carretas desde la plaza del Mercado; Ana Isabel marcaba el punto medio imaginario de la avenida Príncipe de Asturias y Marisa, en la plaza del Parador, daba la entrada –o salida- simbólica de Moratalla. Completaba el puzzle el quiosco Odón, en el Centro Comercial de El Bosque.
Hacia el año 85 Pili Valdunciel cogía el testigo de Pilita, que había tenido su punta de venta a la altura del antiguo Miraflores. Prensa, revistas, cromos, chucherías y lotería era, principalmente, su oferta. “Villaviciosa no ha cambiado mucho en esta zona desde entonces”, afirma la quiosquera, que abría su puesto a las 8 de la mañana y señala que los compradores que más madrugaban eran los que iban al colegio Alcalá. “Luego ya después iban viniendo los demás: esto ha sido siempre un sitio de paso”, prosigue.
El Quiosco Blanco
Un madrugón mayor se pega Ana Isabel, dueña del popularmente conocido como “Quiosco Blanco”. A la apertura del puesto, hacia las 6:30 horas, se suma el reparto de prensa que hacen “hasta Ventorro del Cano”, nos dice Juan Vicioso, su marido, presidente además de la Federación Madrileño-castellana de vendedores profesionales de prensa (Femcaprens), cuya sede está en Villaviciosa. Abiertos desde el 93 –“entonces el Coliseo era un descampado” relata su hijo Juan Pedro, que continúa el legado familiar- se mantienen “porque hay clientela fiel a la que le sigue gustando el papel”.
Con la democracia recién instaurada en España, llegó otro puesto de venta de periódicos a Villaviciosa. El marido de Marisa García, fallecida este septiembre, fabricó artesanalmente el quiosco que después llevaría su mujer, a quien sus hijos la ayudaban los domingos. “La Plaza del Parador era de tierra y las calles Cueva de la Mora y el camino de Sacedón no estaban asfaltadas. La carretera pasaba por Príncipe de Asturias y tenía muchísimo tráfico. Había un semáforo que formaba unos atascos enormes” afirma uno de sus hijos, Ángel, cuando recuerda aquellos comienzos. La prensa más vendida allí, reflexiona Ángel, era la deportiva aunque “mucha gente de mi generación (tiene 47 años) recuerdan más el quiosco por comprar chuches y cromos que prensa”. Los bonitos ojos de la infancia.
“Ahora hay pocos niños y las madres no quieren que sus hijos compren gominolas. Además, nos han puesto un chino al lado, así que las hemos quitado”, dice Julio Sánchez. Él lleva desde hace 22 años al frente del quiosco de El Bosque y, como sus compañeros, sabe de tiempos mejores y del gran sacrificio que este trabajo supone. “Para funcionar y dar servicio en una zona como ésta tienes que estar abierto mínimo 15 horas. Nosotros abrimos a las 5:00 de la mañana”, destaca.
El comienzo del fin
Pero entonces, en esos años iniciales del siglo XXI, se asentó Internet, llegaron los cambios en los hábitos de consumo de los medios escritos y, por consiguiente, la crisis de las publicaciones en papel. La Asociación de Editores Españoles de Diarios señala que en 2017 se repartieron 2.100.000 ejemplares en nuestro país, por los cuatro millones y medio de hace una década. Y eso, por supuesto, ha tenido sus consecuencias en los quioscos, que han ido viendo cómo les faltaba el aire. La Asociación Nacional de Distribuidores de Publicaciones refleja que entre 2010 y 2016 se han perdido 2.642 puntos de venta en España; Vicioso apunta que han desaparecido un 40% de los quioscos que había en 2006.
Centrando un poco más el tiro, en la Comunidad de Madrid se mantienen alrededor de 1.500 puntos de venta, lo que daría una media de 8 y poco por municipio. Villaviciosa en estos momentos tiene cuatro: el Quiosco Blanco (Ana Isabel) y el de El Bosque, más la librería Dickens (Villacenter) y la papelería Fabián (Odonbuild). También puede comprarse prensa en el estanco de la calle Carretas y en algunas gasolineras situadas en el límite de nuestro término municipal.
“La venta de prensa ha bajado un 80% en comparación a hace 15 años y han desaparecido un 40% de las revistas”, asegura Julio, superviviente en el quiosco Odón. Vicioso, conocedor del mercado, lo corrobora: “Antes en El Bosque se podían vender perfectamente dos mil ejemplares un domingo”. Los responsables de los dos quioscos de nuestra localidad señalan como su cliente a la ciudadanía por encima de los 45 años: “Solo compra prensa la gente mayor y, por ley de vida, cada vez menos. Si la gente joven no compra, esto no tiene mucho futuro”, remata el presidente de la Federación Madrileña de vendedores profesionales de prensa.
Diversificar para mantenerse pero… ¿hay futuro?
Ángel, el hijo de Marisa, da su punto de vista: “Solo con prensa, difícil. Hay que reinventarse con otro tipo de servicios como la paquetería o venta de billete de autobús…aún así, lo veo complicado”. A juicio de Vicioso, “los complementos atraen gente al punto de venta, pero el margen que dan es pequeño y no dan para vivir. Queremos ofrecer servicios que no se dan pero no hacer competencia a los comerciantes de mi pueblo, a la gente que nos compra el periódico”. El presidente de Femcaprens apuesta por ayudas de las administraciones en la recaudación de impuestos de, por ejemplo, el tabaco, para que las ganancias de los quioscos por esta vía sean mayores.
Si los quioscos de Ana Isabel y Odón parece que se mantendrán abiertos porque hay relevo familiar, parece más complicado que los de Carretas (cerrado en 2015) y plaza del Parador (tras el fallecimiento de Marisa) vuelvan a colocar periódicos y revistas. A las perspectivas antes mencionadas de la viabilidad del negocio, se une la necesidad de la inversión inicial. Al traspaso de poderes se suma la concesión por parte del gobierno local –los quioscos se instalan sobre suelo municipal– y los acuerdos con la distribuidora de prensa.
Los gastos, sin contar la puesta en marcha –el suministro de periódicos se paga semanalmente, por adelantado y en la medida que la distribuidora quiera-, son superiores a los 25.000 euros. “No es un negocio de futuro y el Ayuntamiento lo sabe. Si mañana adjudica un quiosco a cualquiera no le hace un favor. Le va a arruinar”, confirma Vicioso, que aún así cree que habría interesados en caso de que se sacase un pliego con este fin.
Lo que se perderá
“Éramos también como una caseta de información: antes nos preguntaban por las calles y por las casas. También había familias que, con dos o tres niños, iban a dejar a uno al colegio y te decían ‘¿te puedes quedar con este hasta que vuelva?’. Era una cosa bonita”, nos cuenta Pili. Para Ángel, “era un punto de encuentro para los chavales. Yo preguntaba a mis amigos dónde quedábamos y me respondían ‘en el kiosko de tu madre (ríe)”. Esa fuente de vida que en la plaza del Parador era tan intergeneracional, donde jóvenes y mayores compartían espacio en torno al quiosco de Marisa. Quedó claro en su fallecimiento, como así manifestaron sus hijos, del cariño y gratitud que habían recibido de los villaodonenses. “El vacío que deja es grande, pero su huella también”, escribió Miguel, hermano de Ángel, en Facebook.
Asimismo, lleva(ba)n a cabo servicios desinteresados a la comunidad como la venta de lotería de las Hermandades o la distribución de las revistas locales de carácter gratuito. Antes 616 y ahora Acua, por ejemplo. “Ellas procuraban tenerlas bien expuestas, en primera fila, para que se las llevaran”, apunta Ángel. En definitiva, ya sea en pasado o en presente, los quioscos han hecho y hacen pueblo.
“Estamos en la calle, desprotegidos, pero prácticamente no tenemos robos ¿por qué? Porque todos los chorizos nos han comprado chucherías de pequeños” dice sonriendo Juan Vicioso, y añade: “Estamos muy arraigados y hay una afección”. Mientras los pulmones respiren, así será.
Reportaje publicado en el número 42 de la revista Acua, que ha visto la luz este diciembre de 2018. Pinchando aquí puedes leer el número al completo.