La dualidad, la duplicidad, parece algo intrínseco y recurrente en Salamanca. Pocas ciudades tienen como ella dos catedrales —la Vieja y la Nueva— o, pese a rondar los 150.000 habitantes, dos universidades -la Pontificia y la USAL, muy en boga por cumplirse en 2018 el octavo centenario de su fundación-. Esa doble realidad, la de la ciudad preparada tanto para atraer al turista como al universitario, también se dibuja en el fútbol.
En una urbe en la que su equipo más importante no da patadas, y ni siquiera lo practican hombres, dos conjuntos pelean por coger el timón del deporte rey, ese que dejó huérfano la Unión Deportiva Salamanca. Unionistas y el Salamanca UDS (hasta hace unos días el Salmantino) viven desde hace cinco años su particular Guerra Fría de tradición, legado, símbolos, modelo de club y aficionados. Eso sí, lo hacen en su mejor momento: con ambos por primera vez en Segunda B, donde precisamente desapareció la Unión en 2013.
Del Puente Romano al Helmántico
Si entramos por la ciudad, hemos de hacerlo por el Puente Romano. Subiremos hacia el casco histórico pasando por la plaza Anaya, la Rúa Mayor, la Casa de las Conchas y la plaza Mayor que rivaliza en belleza con la de Madrid. Cogeremos la calle Zamora, por ejemplo, hasta la puerta que lleva el nombre de la ciudad vecina, para enfilar hacia Van Dyck, donde haremos una parada para tomar pinchos. Zamora seguirá siendo nuestra guía, pero en este caso será su carretera, por la que continuaremos hasta llegar a la altura de Villares de la Reina. Allí encontraremos lo que veníamos a buscar: el viejo Helmántico, hogar actual del Salamanca UDS (Salmantino), y las Pistas, anexas al gran estadio, donde juega sus partidos como local el Unionistas.
Este es el comienzo del reportaje publicado este lunes en A La Contra, medio deportivo (y cultural) en el que he empezado a colaborar. Si queréis leerlo de manera completa, podéis pinchar aquí abajo
Foto: alacontra.com