El pasado sábado 9 de abril el Circo Price volvía a abrir sus puertas como ya hiciera el día anterior para que Ismael Serrano llenara el aire con su música y reconfortara el alma a todos los allí presentes -el recinto estaba al completo- en esa tarde-noche calurosa de Madrid. Con prácticamente cuatro horas de concierto deleitó el cantautor madrileño a sus seguidores, que no podrán quejarse de la inversión realizada. Porque lo que hace Ismael es más que un concierto. Porque lo que hace Ismael es poner en su sitio la palabra artista.
El directo del músico vallecano, encuadrado dentro de la gira de su noveno álbum Acuérdate de Vivir, es algo distinto. No es solo una canción encadenada con la siguiente, con pequeños discursos entre medias. Son historias, más bien cuentos, con finales esperanzadores, felices, dolorosos, vitales, oníricos, utópicos. Antropocentrismo en su máxima defensa. Todo lo percibido es diferente. Y es culpa de la atmósfera, la puta atmósfera maravillosa que crea Ismael Serrano con sus palabras, con su voz, con sus pausas.
En la nube de Ismael Serrano
Te vuelves insignificante. Salvo que tengas a alguien que te coja constantemente de la mano en muchos momentos del espectáculo sientes una dulce melancolía, que coincide con unos acordes que te traspasan la piel y se arrancan a revolotear en tu interior. Entonces empiezas a pensar que esa canción, a pesar de estar acompañado -quizá muy bien-, es solo para ti. Reflexionas, escuchas, recuerdas y te emocionas. El resto del mundo deja de existir. Apriétame fuerte.
El hilo que en esta ocasión eligió Ismael Serrano fue el de invitar a los asistentes al Circo Price a su comunidad de vecinos donde, entre canción y canción, iba presentando a todos sus moradores. Más que Desengaño 21 en Aquí no hay quien viva, el hogar del músico producía aflicción, tristeza y esperanza. Todos los vecinos tenían sus problemas, con esa espina clavada por el amor que intentamos que no nos mate. Después de un mensaje en el contestador del piso del propio protagonista grabado por Andreu Buenafuente, ‘Últimamente’ fue el primer tema que animó a un público consciente del privilegio y de su buena elección. El concierto fue avanzando entre sus temas más emblemáticos y algunos de los más recientes, como ‘Podría ser’ o ‘Te vas’, ambos de su citado último álbum Acuérdate de vivir.
Grandes clásicos
La particular ‘familia’ de Ismael Serrano iba siendo conocida, al igual que la banda que le acompaña, capitaneada por Javier Bergia, inseparable ya del cantautor y con quien cantó el tema del disco de este último Reflejos perdidos. Otro corte que pudo escucharse fuera de la discografía del madrileño fue ‘Luces Errantes’, un single a beneficio de la Asociación de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina y que sirvió para trasladarnos a la infamia de Gaza, donde una de las situaciones más injustas y enquistadas del planeta es especialmente sufrida por los más indefensos e inocentes: los niños. Esto, por supuesto, también es Ismael Serrano: conciencia, despertar social, denuncia, izquierda pura. El compromiso político está marcado en sus letras y hasta en los acomodados que escuchaban se percibía cierto ambiente revolucionario.
Joan Manuel Serrat también quiso dejar un mensaje en el contestador de un Ismael Serrano al que nunca le daba tiempo a llegar al teléfono. ‘Si se callase el ruido’, ‘Recuerdo’, ‘Canción de amor propio’, ‘Amo tanto la vida’… Éxito tras éxito y entre un carrusel de emociones, el concierto transcurría más avisados por el estómago que por el reloj de la muñeca. Cada vecino, tras varias peripecias, iba encontrando su camino. El espectáculo caminaba con unos discursos geniales en el fondo y la forma y unas canciones al hilo de los mismos, donde la reivindicación política se hacía más latente. Incluso se oyó algún grito de “Ismael, presidente”. La oratoria poética, sencilla y humanista calaba, con recados hacia los gobiernos más preocupados de salvar los bancos antes que a sus ciudadanos, o con un homenaje al bando vencido en la Guerra Civil.
Cierre maravilloso
Pero el señor Serrano reservaba para el final la traca definitiva: un bis de siete canciones. ‘Papá cuéntame otra vez’ llevó a alcanzar el clímax, con un público entonando unos versos conocidos por todos los allí presentes. Siempre el artista de Vallecas pide la colaboración, y aquí los ‘coros’ desde la platea y la grada fueron totalmente audibles. Finalmente, un emocionantísimo ‘Vine del Norte’ cerró el telón de los temas conocidos, ya que Ismael Serrano acabó el concierto con una canción no publicada aún, base quizá de los álbumes que estén por llegar. Que sean muchos. Gracias, Ismael.
Texto original publicado aquí en la revista EseDosUno.