El día 23 de abril está asociado ya a nivel mundial, de forma inseparable, al libro. La Unión Internacional de Editores propuso esta fecha a la UNESCO en 1995 con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. Desde entonces, muchos países se han unido a esta fiesta de alabanza al saber, la cultura y el conocimiento. El de los tesoros escondidos entre las millones de páginas de los millones de libros que la historia ha dado. También una historia relacionada con Cervantes y Shakespeare.
En España existen antecedentes incluso a la fecha dictada por la UNESCO. En 1926 el rey Alfonso XIII creó oficialmente la Fiesta del Libro Español, que se celebró en la fecha que se creía del nacimiento de Miguel de Cervantes, el 7 de octubre -sin certeza absoluta; la fecha ahora se cree que fue el 29 de septiembre de 1547-.
Cuatro años más tarde, en 1930, la celebración se trasladó al 23 de abril, coincidiendo de esta forma con San Jorge (Sant Jordi), patrón de Cataluña, una fiesta de gran arraigo popular. Fue a partir de entonces cuando en dicha Comunidad Autónoma se unió a la tradición del regalo de una rosa al ser querido el obsequio de un libro.
Una de las inspiraciones fundamentales que hizo enclavar el Día Internacional del Libro el 23 de abril fue la conmemoración de las muertes de dos de los escritores más grandes de la historia de la humanidad: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Se afirma que el fallecimiento de ambos se produjo el 23 de abril de 1616. Sin embargo eso no es así… del todo.
La importancia de los calendarios
Las investigaciones históricas señalan que Cervantes murió un día antes, es decir, el 22 de abril. Lo que se produjo el 23 fue su entierro. El inglés, por su parte, falleció ese famoso día 23, pero según el calendario juliano por el que entonces se regía todavía Inglaterra. En otros países europeos, como era el caso de España o Francia, ya estaba vigente desde 1582 el calendario gregoriano, promovido por el Papa Gregorio XIII.
En él se tenía en cuenta el desfase que anteriormente había causado el no incluir los años bisiestos. De esta forma, once días “desaparecieron”, en concreto los que abarcaban del 4 al 15 de octubre de 1582. Así, teniendo en cuenta el calendario gregoriano actual -al que Inglaterra se acogió en el siglo XVIII-, Shakespeare habría muerto el 3 de mayo de 1616.
El 23 de abril sí tiene otras conexiones con el mundo de las letras: ese día (en 1616 también) murió el escritor peruano Inca Garcilaso de la Vega -no confundir con el español-; y muy recientemente lo haría el catalán Josep Pla (1981). El novelista ruso Vladimir Nabokov, autor de Lolita, pudo nacer el 23 de abril de 1899 en San Petersburgo, si bien hay otras biografías que señalan que lo hizo un día antes.
Mitos y realidad; historia y literatura. Todo, de hecho, va muy unido, pero sería imposible si los libros no existieran, así que… feliz día de lo que sea a todos. Que sean muy felices y que lean mucho, que, aunque no rima, hoy es lo que toca.
Foto: semana.com