Me da mucha pena cuando oigo a la gente criticar al cine español no solo por su temática y poca calidad sino porque encima se piensa que sobrevive exclusivamente de subvenciones y que se está despilfarrando el dinero con producciones que no son importantes.
Los que hemos aprendido cómo funciona este mundo desde dentro sabemos lo difícil y costoso que es sacar una película adelante y lo poco que aportan las subvenciones. Para saber un poco más cómo es esta industria conviene repasar un poco su historia.
El cine es un invento del siglo pasado y fue considerado como el “Séptimo Arte” porque en la antigüedad las consideradas como tal eran pintura, escultura, literatura, arquitectura, danza y música.
El cine, como cualquier producción cultural, es también el reflejo de una sociedad, aunque su desarrollo en España fue más lento que en otros países y pronto sufrió la censura de la dictadura franquista. Aunque la censura ejerció un control absoluto sobre las películas que se estrenaban en España con el objetivo de preservar la moral y la ideología del régimen, en el cine patrio no era necesaria tanta censura ya que las producciones de la época sobre todo eran de corte folclóricas y religiosas muy conservadoras, tradicionalistas y puritanas como la sociedad que representaba, sin olvidar de la influencia sobre la moralidad impuesta por la Iglesia católica.
Nuevos tiempos
A partir de los años sesenta, el cine español empezó una nueva etapa de renovación: nuevas legislaciones ayudan a que se lleven a cabo en España muchos rodajes internacionales sobre todo americanos e italianos.
Se empezaron a rodar en España superproducciones al estilo del Hollywood clásico de la mano de Samuel Bronston películas como: Rey de Reyes (1960), El Cid (1961), 55 días en Pekín (1963) La caída del Imperio Romano (1964) etc. Fueron películas con grandes estrellas norteamericanas, directores de prestigio, descomunales decorados que necesitaban de una amplia presencia de técnicos e intérpretes españoles que aprendieron de la industria con los mejores y que hicieron que en España se creara fantásticos equipos técnicos de producción.
La calidad de nuestro personal técnico y la pujanza de la industria cinematográfica permitió que, durante unos años, fuese constante la producción destinada al mercado internacional.
En esta época ya se habían filmado en España superproducciones como Doctor Zhivago (1957), Espartaco (1960), Lawrence de Arabia (1961) y Cleopatra (1963).
Con la llegada de la democracia el cine español se volvió más comercial y las diversas búsquedas estéticas y artísticas así como lo valores y la evolución ideológica de España se plasman en cada película, desde 1975 hasta finales de la década de los ochenta. En esta etapa cabe destacar el desarrollo de un nuevo género: el “destape”, La mayoría de estas películas eran comedias de enredos basadas en las comedias italiana de los sesenta donde la única la idea principal era enseñar desnudos parodiando clichés sociales de todo tipo.
Los años 80
El mercado del cine español en los años ochenta, estaba formado sobre todo por pequeños empresarios que sufrieron una gran pérdida de capital. El Fondo de Protección proporcionado por el Gobierno le debía más de 2.000 millones de pesetas a la industria cinematográfica ya aunque la idea principal era la de proteger el cine español, como se hacía en Francia, para una industria pobre como la nuestra, ese régimen de “protección” obligaba a editar un número de films superior al de Estados Unidos. Pero básicamente, las temáticas más importantes se basaban en la pornografía y política por lo que tanto la calidad como la cantidad de producciones bajaron considerablemente.
Con el “Plan Nacional de Promoción y Desarrollo de la Industria Audiovisual” de los años noventa vuelve el auge del cine español: Directores como Luis G. Berlanga (Todos a la cárcel, 1993), Gonzalo Suárez (Don Juan en los infiernos, 1991), Bigas Luna (Las edades de Lulú, 1990), Imanol Uribe (Días contados, 1994), José Luis García Sánchez (Tirano Banderas, 1993) ruedan películas estupendas. Trueba ganó el segundo Óscar para una película española con Belle Epoque (1992) y Pedro Almodóvar se convirtió en referencia de la producción cinematográfica española tanto dentro como fuera del país.
Hecho por mujeres
En esta década también habría que destacar la influencia femenina de Directoras como Iciar Bollaín (Hola, ¿estás sola?, 1995), Isabel Coixet (Cosas que nunca te dije, 1996), Gracia Querejeta (El último viaje de Robert Ryland, 1996) que se desde entonces destacan por su cine de calidad.
No puedo dejar de destacar las películas de Alejandro Amenábar: Tesis (1996), Abre los ojos (1997), Los otros (2001). Sus películas han batido récord de taquilla del cine español, sin olvidarnos de las películas de Santiago Segura que con sus “Torrentes” sigue cosechando un gran éxito.
Ante este repaso de la historia del cine merece la pena recalcar la buena salud de nuestro cine y sobre todo saber por qué se hacen buenas películas españolas.
María José Revaldería es directora del canal de televisión 8Madrid. También se define, aunque su post lo ha dejado muy claro, como “amante del cine español”.